jueves, 20 de septiembre de 2012

La vie en Rose.

Entonces, La vie en Rose empezó a sonar. Ella sonrío, era su canción preferida. Sin querer, se empezó a sentir como Audrey Hepburn interpretando Sabrina en pleno París, tratando de olvidar a un David para el que ella siempre había sido invisible. Sin embargo, un "capaz o incapaz" se le pasó por la cabeza en el justo momento en el que Audrey iba a besar a Humprey Bogart. Vaya juego de tontos. Ahora en su imaginación apareció la imagen de Sophie y Julian, salvando a un amor de infancia del paso de los años. Es curioso que dos de las películas en las que esta canción aparecía, el amor triunfara por encima de todo, y ella, que utilizaba La vie en Rose como banda sonora de su vida, no hubiera experimentado ni una pizca de amor. Entonces se paró a pensar: Sabrina no consiguió a su David, pero sí a su Linus. Sophie y Julian lograron lo que llevaban toda una vida deseando, estar el uno con el otro...¿Pero qué tenía ella? Nada. Ni un Julian, ni un Linus...ni siquiera un David. Ni tan solo un nombre con el que empezar la historia. La Vie en Rose volvió a empezar." Sus ojos a punto de besar los míos, una risa que se pierde sobre su boca, aquí está el retrato sin retoques del hombre al que pertenezco" ¿Por qué le gustaría tanto esa canción si ella no pertenecía a ningún hombre? El amor nunca había sido importante para ella, sin embargo, se alimentaba de él día a día. Las películas, los libros, las canciones, incluso lo que ella escribía: todo trataba sobre amor. Que jodido es saber tanto de algo y nunca haberlo sentido. Quizá Billy Wilder tampoco sabía nada sobre este sentimiento cuando dirigió su película en 1954. Puede que incluso Edith Piaf tampoco hablará de nadie en especial cuando escribió su canción. Pero dejando al lado las suposiciones, sólo quedaba la triste verdad de que a ella nadie la había hecho ver la vida en rosa. Nadie la había hecho sentir lo que ella transmitía en cada una de las líneas que escribía. Nadie la había hecho llorar por un amor roto, como lo había hecho una película. Todo eso a lo que la gente llama ficción, era lo más cercano al amor que ella tenía. Quizá algún día conseguiría convertir la letra de esa canción en una realidad, quizá alguien sería algún día su Julian o su Nilus, a lo mejor lograba que el juego de tontos se convirtiera poco a poco en amor. El tiempo es el que decide en estos casos. 
La vie en rose empezó a sonar. Ella sonrío, quizá algún día alguien la haría ver la vida en rosa.

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