sábado, 29 de marzo de 2014


Nos pasamos los días buscando salidas a la vida, como si convertirla en algo práctico fuera a hacerla mejor, o más valiosa. Pretendemos vivir como si vivir consistiera en asegurarnos un futuro y pensamos en el futuro como si nuestro presente dependiera de él. Hacemos las cosas razonando, sin dejar nunca oportunidad al instinto, o a la locura. Nos hemos olvidado de lo que era improvisar sobre la marcha y ahora simplemente somos planes en papel, en lugar de planes imposibles en la cabeza. Nos hemos centrado tanto en la cruda realidad que ya no somos capaces de mirar más allá de esta, y nos hemos matado tanto a nosotros mismos, que ya solo nos queda lo que nos cuentan en lugar de lo que escribimos. Que no sé lo que nos pasó, lo que nos mató. No entiendo que nos hizo cambiar de idea respecto a todo y respecto a nada a la vez. Olvidé lo que era borrar la partícula “im” al imposible, lo que era luchar hasta sangrar por demostrarle al universo que no todo era tan jodido como nos gritaba el mundo, me desenamoré de mi propia realidad y me deshipnoticé de tus cuentos chinos. He pasado por un septiembre sin final y sin octubres por delante, pero prometo salir adelante y seguir buscando imposibles a los que llevar la contraria. Ahora quiero el noviembre que nunca tuve, con enero y febrero incluidos. Quiero recuperar mi diciembre y salvar a marzo si es posible; quitarle el sentido a todo y marginar a la cordura que se empeña en deshacer la magia del no saber qué pasa. Quiero vértigos y alturas, días y noches que se juntan en uno, hasta caídas si hace falta. No más límites ni presiones, ni vidas prácticas. Solo necesito algo que quiera, que haga sentir y que llene los vacíos que aún me quedan.  Volver a protagonizar este argumento y ser quien le ponga punto y final a la película.

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