sábado, 3 de noviembre de 2012

Tiene que ser jodido levantarte y saber que la persona a la que abrazabas cada día ya no estará contigo para rodearla con tus brazos, y no porque ya no os queráis, sino porque ya no está ni contigo, ni con el mundo. Tiene que ser jodido pasar toda tu vida con una amiga, tener mil bromas con ella, tener fotos en las que las dos saléis sonriendo, en la que ella te besa la mejilla y un día, simplemente ya no esté ahí. Tiene que ser jodido ir a ver un día una película con alguien y al siguiente desear repetir ese instante miles de veces y que no acabe nunca; tiene que ser jodido despedir a tu hija con un "adiós" sin saber que esa será la última palabra que cruces con ella. Debe ser frustrante saber que nunca más podrás dar un abrazo a alguien, que no podrás escuchar más su risa, ni tampoco sus palabras; frustrante el pensar que nunca más alguien como tu hermana irá a tu habitación cada día para ponerse tu ropa, y que no discutiréis por si le dejas o no una camiseta de la última colección de Zara que compraste con tu paga; tiene que doler el saber que todos los años de amistad han quedado en recuerdos, que un amor que podría haber sido pasajero probablemente se quedará grabado en ti para el resto de tu vida. Jodido que todo lo que has tenido durante años, te sea arrebatado en segundos, frustrante el saber que no podrás mirar nunca más a sus ojos y que al hacerlo ya no verás ni una chispa de vida en ellos, doloroso el saber que ya jamás podrás escuchar sus consejos, su simple voz. Una sonrisa que desaparecerá para siempre, una vida que dejará su huella en el mundo pero que nunca más podrás continuar. 


¿Qué clase de sentimiento se te tiene qué pasar por la cabeza al ver como la persona a la que más quieres en el mundo se está muriendo a tu lado sin poder hacer nada? ¿Impotencia? ¿Debilidad? ¿Horror? Un momento que se quedará en tu mente para el resto de tu vida, eso seguro, un momento que a partir de ahora aparecerá en todas y cada una de tus pesadillas, que querrás olvidar, pero que verás imposible borrar de tus recuerdos. Sin embargo, la mala experiencia nos la quedamos nosotros. El echar de menos, el vacío que nos dejan, solo lo vamos a sufrir nosotros, los que nos quedamos. Quien nos deja, solo vive un día más, sin saber que será el último, se levanta como cada mañana, desayuna lo de siempre, habla con sus amigos como siempre, suelta tontería tras tontería solo para reírse y pasar el rato, ve a su persona especial planeando un futuro con ella, piensa que hacer mañana por la tarde, qué  ponerse el lunes para ir a clase, habla con su familia como cada día y se queja a su madre de que le ha echado demasiada comida en el plato. Solo vive, como siempre desde que nació. Respira sin darse cuenta de que lo hace. Inconscientemente le late el corazón. No le da importancia. En cambio, en unas horas todo se vuelve negro, le da importancia a las cosas si tiene el suficiente tiempo para hacerlo, piensa en los "te quieros" que le han faltado por decir, de las cosas que le han quedado por vivir, de la poca consideración que ha tenido toda su vida al simple hecho de tomar oxígeno por su boca, y de lo mucho que desearía en ese momento poder hacerlo, aunque solo fueran unos minutos más, sólo para decir adiós, para despedirse como es debido. Desearía con todas sus fuerzas que su corazón latiera una vez más, y entonces, darse cuenta de lo realmente importante que es algo a lo que nunca antes había prestado atención, algo tan insignificante pero que da la vida, que nos hace seguir en pie, seguir viviendo. ¿Y entonces qué es lo que queda? Un montón de sueños rotos, de palabras no dichas, de intentos frustrados de aspirar una bocanada más de aire que nos mantenga en el mundo, que nos mantega con vida.

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