viernes, 16 de noviembre de 2012

"Los días rojos son terribles, de repente se tiene miedo y no se sabe por qué. "


Holly Golightly tenía miedo de ver la realidad, de ver con los ojos de los demás el mundo que la rodeaba, de no distorsionar la verdad y darse cuenta, en efecto, de a lo que tarde o temprano se tendría que enfrentar. Holly Golightly estaba perdida, en todos los sentidos, y no quería encontrarse. Prefería estar en un sitio que tan solo entendía ella, a estar en un mundo entendido por demasiada gente. Holly Golightly era incapaz de querer a nadie, no porque no quisiera, sino porque ella misma se lo impedía sin darse cuenta. Holly Golightly amaba la libertad por encima de todo, y ya sabéis lo que dicen: "el amor lleva a la locura". Y ese fue el problema. Amaba tanto la libertad que su amor le había hecho renunciar a todo con el único propósito de mantenerla. Ella, un espíritu libre, no pertenecía a nadie, ni tan siquiera a ella misma. Ella, orgullosa, siempre mostraba indiferencia ante todo, no se derrumbaba nunca, no se permitía perder la cabeza por nadie, se sentía débil cuando no era ella la que controlaba su vida, en cambio, hacía tiempo que había perdido ese control y aún no se había dado cuenta de ello. Un día, Holly Golightly encontró su alguien especial, alguien con quién no le importaría pasar el resto de su vida, pero de nuevo el orgullo y su propia idea de sí misma y de cómo debía ser, la cegaron por completo. Esa mujer segura que parecía por fuera, era un mar de dudas e inseguridades por dentro. Ella, incompleta de alguna forma, sabía perfectamente como era, lo que quería, lo que necesitaba, pero el miedo que ocultaba en una máscara de valentía, la impedían reconocerlo. Ella pues, era el mayor y único problema. 
Holly Golightly, como ya he dicho, quería libertad, algo sin ataduras. Aún así, ella misma se estaba encarcelando, se estaba encerrando en una jaula cuyos barrotes cada día eran más estrechos. Holly Golightly queriendo correr demasiado, se estaba perdiendo poco a poco en un laberinto que crecía a cada segundo. Se estaba encerrando en sí misma, en su persona, en la peor jaula que cualquier humano puede tener. Perdía el control poco a poco hasta que un día llegó el alguien que la hizo ver que debía reaccionar, que debía cambiar. Ya no sufriría más días rojos, no necesitaría ir a Tiffany`s constantemente, dejaría de cantar Moon River en su ventana, pasearía por Nueva York de día, incluso, podría ponerle nombre a su gato, quererle y encariñarse con algo más que no fueran unos diamantes y un bonitos pendientes.




-¿Sabes lo qué te pasa? No tienes valor. Tienes miedo, miedo de enfrentarte contigo misma y decir "Está bien...La vida es una realidad. Las personas se pertenecen las unas a las otras porque es la única forma de conseguir la verdadera felicidad". Tú te consideras un espíritu libre, un ser salvaje, y te asusta la idea de que alguien pueda meterte en una jaula. Bueno, nena, ya estás en una jaula. Tú misma la has construido y en ella seguirás vayas a dónde vayas, porque no importa dónde huyas, siempre acabarás tropezando contigo misma.- ("Breakfast at Tiffany`s", Blake Edwards, 1961)

3 comentarios:

  1. Me encanta tu blog. Cada entrada tiene un encanto único. Es muy generoso por tu parte compartirlo con personas que, como yo, apenas te conocemos de nada. Un placer leerte. Un saludo.
    @MartukisChan

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    1. Muchísimas gracias. No sabes lo feliz que me hace leer estos comentarios, aunque no lo creas, me animan a seguir escribiendo y mejorando. Además me gusta saber que alguien me lee, y que de alguna forma hay gente que consigue identificarse. Así que, gracias por leerme, porque sin eso este blog no sería nada. Un saludo.
      Ah, y sé quién eres, me refiero en Twitter. xD

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  2. Jajajajajajaja, sí, en Twitter hay gente que no merece la pena leer, pero lo bueno es que hay veces que nos encontramos con personas, como tú, a las que realmente merece la pena leer. Un saludo y sigue regalando entradas como ésta. ;)

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